La Smena 8M es una de las cámaras lomográficas más reconocidas de la historia. Se trata de una cámara barata de plástico, con sus defectos y sus virtudes. De hecho, muchos de los fallos de la cámara se pueden tomar como puntos a favor. Hoy pongo el foco en una de las últimas cámaras de la familia Smena.
La historia de esta cámara arranca en la década de los 70, cuando LOMO decide reinterpretar una de sus cámaras más vendidas. La Smena 8M no deja de ser un restyling de la 8, con un aspecto más moderno y que sentaría las bases de futuros modelos. Técnicamente venía equipada con una lente Triplet 43 de 40mm y f4 de plástico. No era una gran maravilla pero era ideal para conseguir un aspecto muy LOMO, manteniendo unos contrastes y una saturación muy propia.
El obturador tiene su aquel ya que no dispone de sistema anti doble exposición. Esto puede gustar a uno y puede ser engorroso para otros. Para hacer un disparo deberemos arrastrar la película, cargar el disparador y pulsar su botón. Si no arrastramos pero cargamos el obturador podremos disparar sin problema alguno. A esto hay que añadir que el botón de disparo no era especialmente suave, lo que ayudaba a que toda foto hecha a una velocidad inferior a 125 saliese movida.
La Smena 8M carece de fotómetro y telémetro. La medición de distancia de enfoque y de luz deberá hacerse mediante app o elementos externos.
Análisis de la Smena 8M
Como siempre, dejo algunas fotos hechas con la Smena 8M. La película es una Kodak Ultramax 400 a ISO 400.
Podeis observar que no es la cámara más nítida del mundo con aperturas inferiores a f8. Me gusta como cámara lomográfica, aunque sigo prefiriendo la LOMO LC-A. Nunca he sido fan de la doble exposición, así que la Smena 8M tiene más pegas que otra cosa para mí.
No me gusta la dureza del disparador. Recomiendo la Smena Symbol, prácticamente idéntica a la 8M salvo por un botón de disparo mucho más suave.
Ah, si necesitas un manual de uso, lo tienes en la web oficial de Lomography.