Llevo más de una semana sin dar señales de vida por estos lares, así que he decidido pasarme para poner al día mi situación y mis pensamientos. Al comienzo de este confinamiento tuve una serie de días turbulentos. Creo que ya comenté que venía tocado y que esta cuarentena me pilló a pie cambiado. Sin embargo supe gestionar mis emociones y pude estabilizarme.
Hoy puedo decir que me encuentro francamente bien. He normalizado esta situación hasta un punto en el que me siento como si estuviese encarcelado desde hace 17 años y todavía me quedasen unos 15 dentro de esta cárcel. Sin decirte que me gusta mi rutina, admitiré que me encuentro cómodo con la forma de vivir de estos días. Es cierto que echo muchas cosas de menos, pero admito que he conseguido que no sean una carga. No hay futuro más allá de la siguiente hora, del día de mañana. Ya tendré tiempo para pensar en ello más adelante.
También me está sirviendo para sentirme muy afortunado. Para empezar tengo una casa que es mía, que está pagada y que por tener tiene hasta una terraza en la que planto tomates. Tengo muchísimas comodidades, un trabajo que además de apasionarme sigo pudiendo llevar a cabo desde mi salón. Tengo un padre que me quiere, amigos y amigas que se interesan por mí. Tengo hasta algunos ahorrillos que, siendo pocos, son más de los que nunca tuve. Es cierto que mi vida no es perfecta y tiene sus baches, pero he de ponerlos en valor con el resto de cosas. Y por primera vez en mucho tiempo lo estoy haciendo. Creo que eso cuenta para que me encuentre tan bien.
Por lo demás, todo sigue igual. Hago ejercicio de forma habitual y tengo abastecimiento alimenticio para los próximos 10 o 15 días. De salud no me quejo, aunque creo que tengo algo de alergia. Ayer compré semillas de pepinillos que espero llegarán para este fin de semana. Y cosillas que me dejo para así tener una excusa para volver mañana.