Desde hace ya uno o dos años, mi perfil en Instagram se ha convertido en mi portfolio fotográfico particular. Es una selección de mis fotos favoritas. Casi todas ellas en blanco y negro. En alguna ocasión me han preguntado de dónde viene esa obsesión por la falta del resto de colores. Preguntan si es por mi estado de ánimo, por algún motivo en especial, y lo cierto es que no. Comparto casi todo material en blanco y negro porque sencillamente amo ese acabado.
Vaya por delante que no soy fotógrafo. Al menos nunca me he presentado como tal. Mas bien soy un intento de ello. Soy un fotógrafo frustrado que ama el blanco y negro. Una técnica que para muchos es una forma fácil para conseguir imágenes algo impactantes. Para mí sencillamente es mi técnica favorita. Amo lo monocromo, las escalas de grises. Me siento cómodo en ese entorno.
Es verdad que fotografío a color y después edito hasta eliminar todo lo que no sea blanco, negro o gris. Uso varias técnicas, como la del fotógrafo Rob Carr. Guardo una copia original a color por si alguien desea usarla para un uso menos artístico, o por si le gusta más ésta que mi versión, pero casi todo el material que ve la luz acaba haciéndolo sin color.
No sé qué tiene la fotografía en blanco y negro que me encanta. La luz, las sombras, los retratos, la crudeza que emiten algunas situaciones bajo este prisma me encantan. Siempre he creído que cualquier cosa puede resultar bella si se encuentra su enfoque, y el blanco y negro suele ayudar mucho a que lo común o rutinario adquiera un aura diferente. Un patio de vecinos, por ejemplo, con una iluminación y perspectiva correcta y un buen procesado en blanco y negro pasa de ser algo corriente y hasta feo a tener algo atractivo, llamativo. Ésa es la magia de la fotografía, que con apenas unos detalles es capaz de darle la vuelta a las cosas.
Trabajo el blanco y negro porque en el fondo, además de encantarme, me define mucho. Suelo pasar de un extremo al otro sin apenas moverme en el resto de colores. Sé que esto no es algo de lo que pueda sacar pecho, pero bueno, es lo que hay.
Esta ruptura con el color no es algo pactado o preparado, tan sólo ocurrió así. Empecé a sentirme muy cómodo sin él y seguí trabajando esa dinámica. Hoy mi Instagram y buena parte de mi trabajo fotográfico es así, y la verdad me gusta que así sea. No espero nada salvo seguir haciendo de mi fotografía algo que pueda ser digno de ser admirado más de 3 o 4 segundos. No busco cambiar el mundo, ni siquiera dejar boquiabierto a éste. Sólo busco que la gente disfrute de lo que sale de mis cámaras, punto. Y todo saldrá en blanco y negro.