Ayer, mientras recogía la casa, me di cuenta de una cosa: me gusta mi vida. Esto es algo que puede ser muy común en tu vida, pero en la mía es algo que no se da muy a menudo. No, no he ganado la lotería. Sigo estando solo y no me ha pasado nada asombroso en los últimos tiempos. Parece que después de mucho tiempo, he aceptado mi estatus y he decidido disfrutar de él. Podría decirse que vivo un momento en el que me siento feliz conmigo mismo, y eso que no ha cambiado nada en los últimos tiempos.
Mi vida siempre ha sido un cúmulo de altibajos. O tocaba el cielo o me hundía en los infiernos, y lo normal era esto último. Pero ahora no, ahora llevo una temporada bastante estable. No sé por qué, pero me encuentro bien. Creo que he aprendido a lidiar con mis tormentos y la autopresión que me imponía. Esto generaba frustración rutinaria y suponía una losa difícil de llevar en el día a día. ¿Qué tipo de frustración? a no llegar a metas que yo mismo me imponía. Casi todas ellas superficiales. No sacar adelante un proyecto online, encontrar pareja, hacer lo posible para no estar solo,… pequeños detalles que nos solemos imponer y que a veces nos atormentan demasiado.
Hasta ahora, he vivido grandes momentos. He visto cosas espectaculares, he conocido a gente maravillosa, he podido tener más posesiones que muchas personas de este planeta. He fotografiado a genios, visitado lugares que ni yo mismo me creo. He amado y he disfrutado amando. He hablado ante centenares de personas, me han leído otras miles. He hecho muchísimos amigos y amigas. Todo ello en 30 años. Si lo ves en perspectiva, en menos de la mitad de mi vida he hecho grandes cosas, ¿Por qué tengo que imponerme más y más? lucharé por salir adelante, por hacer que las cosas sean mejores, pero desde luego no me hundiré si las cosas no salen a la primera, o a la segunda o décima vez.
Creo que, al fin, he aprendido a ser feliz, o eso creo. Y necesitaba compartirlo con vosotros. Os juro que ayer, cuando llegué a esa reflexión, casi lloré de la emoción. Imagina a un treintañero solo en su casa, en mitad del salón con cara de tonto y mirando a la nada. Y de repente una sonrisa en pleno silencio. Ojalá más días así. Ojalá que todos los días sean así. Voy a intentar que la cosa siga así. Deséeame suerte.