Bueno, vuelvo a dar señales de vida tras un par de semanas donde poco ruido he hecho por el blog. La verdad es que entre que en el trabajo no tengo tiempo (soy de nuevo maestro y encima hay abstante trabajo) y que en casa no me he puesto con ello he hecho que el blog se quede algo abandonado estos días pero bueno, rectificar es de sabios y aquí estoy.
Pocas novedades os traigo sobre mi vida. Lo único que es digno de mencionar es que vuelvo a las andadas y este finde toca volver a disfrutar de un buen viaje. Aunque mis vacaciones no estan muy lejanas (apenas han pasado… 5 semanas o así) si que es cierto que mi mono por lanzarme a la carretera de nuevo era grande, por lo que según salió la oportunidad… no lo pensé dos veces.
Lo que más odio en estos casos son los preparativos, la maleta, los billetes, la reserva del hotel… movidas que me ponen en estado caotico hasta la hora de llegada al destino. Sin duda alguna, de los mejores momentos son los primeros minutos al llegar a la habitación del hotel. Verlo todo tan perfecto y saber que a partir de ese momento sólo queda disfrutar es una sensacion impagable e irrepetible.
Ayer me compré un libro. Ya sé que es romper con el tema anterior pero para que luego no se diga que no hablo de mi. Me compre “soldados de Salamina”, un clásico de la literatura española de los últimos años. De lectura obligada en muchos institutos, el libro se centra en la guerra civil española creo. Yo y las novelas historicas, dos grandes amigos. Estuve a punto de comprarme el primer volumen de “Millenium”, algo que francamente me apetece leer pero que al final no me acabó de tirar tanto como para traermelo a casa, quizás cuando acabe con éste me lance.
Y nada, me voy a seguir viendo videos de baloncesto. Últimamente he vuelto a apasionarme por ese deporte del que nunca me tuve que alejar.