Diario de un píxel
El blog personal de @pixelillo

Día 26

Jueves Santo. Ayer decidí que estas vacaciones confinadas debían serme útiles de alguna forma. Y así me he levantado casi a las doce del mediodía. Tras el desayuno y el aseo me planté sobre la bici estática y sudé la camiseta. Me gané la ducha y tras ésta enfile la cocina. Comí y decidí que era un buen momento para darme un baño de sol en la terraza. Creo que no bajaba tanto a ésta desde mi niñez, donde fue un pequeño patio de juego en el que desarrollé mi creatvidad. Un día con más tiempo os cuento cómo.

Tras tomar el sol, de nuevo al sofá donde me esperaba el portátil y un curso de storytelling que compré ayer. No espero gran cosa salvo sentirme inspirado y conseguir algunas claves para mejorar mi forma de comunicar. A eso de las seis me puse a revelar un carrete, el primero en un mes. ¡Cuánto echo de menos salir a probar cámaras!

Jugué a varios videojuegos, cené y aquí estoy, escribiendo estas tonterías. Creo que ha sido un día completo y que me ha dejado un buen sabor de boca. Ojalá sean así el resto de días.

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Creo que he comentado en varias ocasiones que mi manzana tiene algo especial durante el aplauso solidario. Se genera un ambiente que me resulta precioso y que me gustaría describir. A eso de las 19:59 alguien con un silbato suele avisar a todo el vecindario. Unos segundos más tarde se empiezan a oir los primeros aplausos y los gritos de ánimo. Aunque vamos camino del mes aplaudido todavía son muchas las personas que salimos a homenajear a todas esas personas que nos estan cuidando, protegiendo o sirviendo en estos días.

Cuando crees que todo va a terminar, algún vecino se pone a tocar su instrumento. A veces suena la dulzaina, otras un acordeón y ayer por primera vez pudimos disfrutar de un pequeño concierto de gaita. Había cerrado ya la ventana cuando escuché un sonido muy bonito de fondo. Me asomé y me topé con un vecino del edificio de enfrente que estaba sonorizando la manzana con su gaita. Estaba sonando una preciosa versión de Amazing Grace. Fue algo emotivo que volvería a revivir día tras día.